Por José Luis Hernández Cedeño
Los tentáculos de Leonel Fernández han traspasado los tres poderes del Estado extendiéndose más allá de lo previsible, lo ha permeado todo, y se sospecha que han podido llegar hasta la propia presidencia del PRD, en lo que ya se conoce como La Quinta Columna. Esto constituye el mayor punto de confianza del peledeísmo de cara a las próximas elecciones.
En el arte de la política está demostrado que no existe la más mínima correspondencia entre la capacidad personal de hacer dinero, y el éxito en el terreno de la lucha político-partidaria por el poder. En éste país sobran ejemplos de empresarios enganchados a políticos.
Como en este país no se conoce ni en lo público ni en lo privado la puesta en práctica de conceptos como dimisión, renuncia, destitución, ni el más común sentido de ejercicio de responsabilidad ante determinada coyuntura, en otra latitud frente a casos como el de Miguel Vargas hace tiempo que hubiese tenido que dimitir de su posición como presidente del PRD.
Quien analice la vida política de Miguel Vargas Maldonado desde su primer intento en obtener la sindicatura del Distrito Nacional, que culminó con una situación en la que el propio Peña Gómez tuvo que asumirla, hasta la negociación de las Altas Cortes con el presidente Leonel Fernández, podrá constatar que Miguel Vargas sólo ha ganado a lo interno de su partido, y cuando ha apoyado o ha sido respaldado por el sector de Hipólito Mejía. En la coyuntura política actual, el gran perdedor es Miguel Vargas Maldonado.
Logró sacar a Leonel Fernández de su encrucijada constitucional, posibilitó el regreso de su adversario interno, despejó el camino para que Fernández se pueda volver a presentar después de dos periodos consecutivos, y recientemente bendijo la toma del Poder Judicial por parte éste.
Leonel Fernández, a quien nadie le puede desconocer gran agudeza, inteligencia y destrezas en la negociación política, ha estado prácticamente sólo en los últimos años en el escenario, logrando todos sus objetivos frente a un adversario complaciente en apariencia, fracasado en sus resultados, y con ejecutorias lastimosas desde la perspectiva del interés de su propio partido.
Con pretensiones absolutistas, y excluyentes, ha querido dirigir el PRD como una empresa particular, imponiendo candidaturas frente a las preferencias de las mayorías, castrando liderazgos locales, actuando con resentimiento, pactando intuito personae con el gobierno, y tratando de “leonelizar” un partido en el que la democracia interna llega a veces a niveles desbordantes.
¿Cómo se explica que a cuatro meses de las elecciones el Presidente del principal partido opositor no se haya sumado de manera entusiasta e incondicional a la campaña del candidato?
El cúmulo de actuaciones torpes y erráticas de Miguel Vargas sólo puede estar justificado por la existencia de un “pacto soterrado” con Leonel Fernández.
El PRD se arriesga en la recta final de la campaña electoral a enfrascarse en una lucha interna con quien detenta la titularidad de Presidente del Partido, en ese sentido está compelido a despejar esta duda lo antes posible, pues el letargo, la inercia e indefinición de éste sólo beneficiarán al adversario. El PRD está saturado de derrotas, una más sería desintegradora y su militancia optará por otra alternativa.
Miguel Vargas Maldonado en su condición de Presidente del PRD, seguirá ejerciendo la facultad que le confiere esta posición, pudiendo continuar con sus actuaciones personales de las que no se tiene certeza alguna. Hay que medir la incidencia que pueda tener, pues está muy desgastado tanto a lo interno como fuera de su partido.
El PRD tiene posibilidades de ganar, pero corre el riesgo de que sus recurrentes actuaciones puedan impedir no sólo la llegada al poder, sino facilitar la instauración de una dictadura del PLD de la cual sólo algunos formarán parte, no así la base perredeísta y la gran mayoría del pueblo dominicano, que la padecerá a manera de sangre coagulada durante un tiempo indeterminado.
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