Foto de micriollo.com
“Yo soy Corporán, el dueño de este negocio”. La afirmación la
emitió un timbre de voz firme y contundente, algo aguardentosa pero poniendo
en claro que el dueño de Radio Popular era él, Rafael Corporán de los Santos, astuto, dicharachero y popular empresario de la comunicación radial y luego televisiva en aquellos años 80s.
Quien suscribe solo
atinó a afirmar con un movimiento de cabeza la afirmación del “dueño del
negocio”. Corría el año 1984 y como
estudiante de periodismo de la “escuela de Pittaluga” acababa de ingresar a
Radio Popular como mensajero interno.
Mi “gran
tarea” consistía en llevar las historias ya redactadas y pulidas de los periodistas de la sala de redacción a la cabina donde Pedro Pérez
Vargas y Francis Javier y otros las
leerían en el noticiario de las 12.
La historia diaria del país
estaba en mis manos. Entre set y set, me enteraba de todo. Era una mini escuela
en el pasillo de Radio Popular. Sabía cómo escribía cada uno de los
periodistas. Sus giros y sus aprehensiones. Sus intereses.
Claro, no incluía
llevar a la cabina al mediodía “Con
Pique y Sin Pique, Tirando Puyas”, el
popularísimo y original guión radial de humor sobre la actualidad política y
social del país que realizaba mi querido padre , ya fallecido hace cuatro años,
el periodista y escritor Fermín Arias Belliard. Era que los “Con Pique” se
difundían a diario a las seis de la
mañana y seis de la tarde.
De vez en cuando, la
veterana Elsa Expósito, jefa de redacción matutina, me “ordenaba” chequear los
ruidosos teletipos que traían del más
allá insular, las noticias internacionales. “Para que te foguees, coño, y sepas
de que va la cosa esta de periodismo, ok?” sentenciaba la Expósito de manera
también contundente y breve, sin rodeos.
Y sí que aprendí mucho.
Estamos hablando de una época donde no había el copyandpaste del periodismo de
ahora. Ni facebook ni Twitter. Había que
redactar y editar de verdad.
Conocer a fondo la coherencia
semántica, tener buena ortografía y empaparse –sin Google- de la Historia y de sus principales actores políticos, económicos,
sociales y culturales.
Veía poco a Corporán en su “negocio”. Claro, un simple mensajero interno no frecuenta en ninguna
empresa las altas instancias. Una
vez me lo topé en la cafetería de la
emisora, con un trago de whisky en la mano y riéndose de algo con otra persona.
La mirada que me dirigió fue fulminante. Nunca supe por qué.
Mi padre y Corporán
se enfrascaron durante años en una relación de amor –odio laboral. Alguna vez me dijo “si no regreso a casa,
llama a la Policía”. No sé si lo dijo en plan de relajo o de verdad. Supongo
que era una chanza, como muchas de las que hizo en su vida.
Le doy gracias por la oportunidad de trabajar en Radio Popular, allí aprendí mucho. Trabajaban para ese entonces,
aparte de Elsa, Ruddy Germán Pérez, Carlos Nina Gómez, Wilfredo Alemany y Juana
Rubio. Patricia Arache, que me decía "Pepe", era encargada de archivos.
Lo único que no me gustaba de ese trabajo , a pesar
de que ganaba 75 pesos quincenales, eran las actitudes de Capo de Harlem versión tropical del “dueño del
negocio”.
Rechazaba esa manera de erigirse en el gran solucionador de los problemas a los más indigentes del país con solo mostrar la mejor de sus sonrisas,
regalar una estufa y seducir con el chiste adecuado en la circunstancia que se requiera.
Corporán creía en el asistencialismo social.
Herencia de la clase política desde los tiempos de Lilís. Dar el pescado pero
no la vara para pescar. Yo te doy y tú
me sirves para que me votas cada cuatro
años.
Paz a sus restos, Don Corpo
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