La bomba fecal puesta a fermentar
en el ascensor VIP de la Junta Central Electoral indica claramente que no todo
es colar café después de la comida como si los recientes resultados electorales
hayan sido del agrado de todos.
La mitad de la población, resignada,
acepta los resultados, salvo una mínima
resistencia política que al parecer
crecerá en el tiempo y en el espacio dependiendo de las circunstancias en la
que el nuevo Gobierno peledeísta afronte
la difícil realidad espiritual y
económica que afecta el país. Negarlo es intentar ir vía contraria.
La mierda depositada en la JCE
también salpica a los partidos alternativos y sus resultados del pasado 20 de mayo. Ni siquiera lograron
llegar a un 5% de preferencias en el electorado nacional. Uno de ellos no sacó
NADA! Un desastre para un colectivo de izquierdas anquilosado en los años 60s y
70s y que no logra desmembrar el entramado clientelista de los partidos del
sistema.
De hecho, ellos reproducen lo
peor de cada casa, excepto en su
discurso de barricada, es más de lo mismo.
La bomba fecal chorrea también a
un PRD, a punto de una guerra interna larga
e intensa cuyos efectos van desde la
consolidación de los “loosers” como
frente de oposición hasta la derrota total y humillante de los “traidores”.
Y, por último, al triunfador PLD,
no todo es color de rosas, al menos que se hagan más sordos, ciegos y mudos que
nunca y entonces el Gran Poder Morado
sea utilizado para apabullar y enterrar siete metros bajo la anomia al resto de
los que nos pasamos comiendo mierda y creyéndonos el último cuento de la democracia “fecal”
representativa.
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