lunes, 5 de marzo de 2012

Corporán y el mensajero


Foto de micriollo.com


“Yo soy  Corporán,  el dueño de este negocio”. La afirmación la emitió un timbre de voz  firme  y contundente, algo aguardentosa pero poniendo en claro que el dueño de Radio Popular  era él,  Rafael Corporán de los Santos, astuto,  dicharachero y popular  empresario de la comunicación radial  y luego televisiva en aquellos años 80s.

Quien suscribe solo atinó a afirmar con un movimiento de cabeza la afirmación del “dueño del negocio”. Corría el año 1984 y  como estudiante de periodismo de la “escuela de Pittaluga” acababa de ingresar a Radio Popular como mensajero interno.

 Mi  “gran tarea” consistía  en llevar las  historias ya redactadas y pulidas  de los periodistas de la sala de  redacción a la cabina donde Pedro Pérez Vargas y Francis Javier y otros  las leerían en el noticiario de las 12.

La historia diaria del país estaba en mis manos. Entre set y set, me enteraba de todo. Era una mini escuela en el pasillo de Radio Popular. Sabía cómo escribía cada uno de los periodistas. Sus giros y sus aprehensiones. Sus intereses.

Claro, no incluía llevar a la cabina al mediodía  “Con Pique y Sin Pique, Tirando Puyas”,  el popularísimo y original guión radial de humor sobre la actualidad política y social del país que realizaba mi querido padre , ya fallecido hace cuatro años, el periodista y escritor Fermín Arias Belliard. Era que los “Con Pique” se difundían a diario  a las seis de la mañana y seis de la tarde.

De vez en cuando, la veterana Elsa Expósito, jefa de redacción matutina, me “ordenaba” chequear los ruidosos teletipos que traían del  más allá insular, las noticias internacionales. “Para que te foguees, coño, y sepas de que va la cosa esta de periodismo, ok?” sentenciaba la Expósito de manera también contundente y  breve, sin rodeos. 

Y sí que aprendí mucho. Estamos hablando de una época donde no había el copyandpaste del periodismo de ahora. Ni facebook ni Twitter.  Había que redactar y editar de verdad.  Conocer  a fondo la coherencia semántica, tener buena ortografía y empaparse  –sin Google- de  la Historia y de  sus principales actores políticos, económicos, sociales y culturales.

Veía poco a Corporán en su “negocio”. Claro,  un simple mensajero interno no frecuenta en ninguna empresa  las altas instancias. Una vez  me lo topé en la cafetería de la emisora, con un trago de whisky en la mano y riéndose de algo con otra persona. La mirada que me dirigió fue fulminante. Nunca supe por qué.

Mi padre y Corporán  se enfrascaron durante años en  una relación de amor –odio laboral.  Alguna vez me dijo “si no regreso a casa, llama a la Policía”. No sé si lo dijo en plan de relajo o de verdad. Supongo que era una chanza, como muchas de las que hizo en su vida. 

Le doy gracias por la oportunidad de  trabajar en Radio Popular, allí  aprendí mucho. Trabajaban para ese entonces, aparte de Elsa, Ruddy Germán Pérez, Carlos Nina Gómez, Wilfredo Alemany y Juana Rubio. Patricia Arache, que me decía "Pepe", era encargada de archivos.

Lo único que no me gustaba de ese trabajo , a pesar de que ganaba 75 pesos quincenales, eran las actitudes  de Capo de Harlem versión tropical del “dueño del negocio”. 

Rechazaba esa manera de erigirse en  el gran  solucionador   de los  problemas a los más indigentes del país  con solo mostrar la mejor de sus sonrisas, regalar una estufa y seducir con el chiste adecuado  en la circunstancia que se requiera. 

Corporán creía en el asistencialismo social. Herencia de la clase política desde los tiempos de Lilís. Dar el pescado pero no la vara para pescar. Yo te doy y  tú me sirves para que  me votas cada cuatro años.

Paz a sus restos, Don Corpo

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