martes, 8 de mayo de 2012

La clase media y sus (in) conveniencias


La clase media y sus (in)conveniencias
Jorge Ulloa

Vemos en la clase media aquel segmento social que posee un nivel socioeconómico intermedio, entre las clases ricas y las depauperadas, que comparte un cierto patrón cultural y de consumo, que tiene asegurado algunos servicios básicos y que de alguna manera muestra la capacidad de darse algunos que otros lujos. La clase media aparece a su vez estratificada y si miramos con detenimiento en ella podemos observar la presencia de rasgos característicos tanto de los sectores populares como de los aristocráticos.
En un contexto electoral su importancia política excede lo cuantitativo. Más allá de los votos se le reconoce como importante hacedora de opinión pública debido a tres razones básicas: 1) la mayoría de los comunicadores y periodistas pertenecen a este sector, 2) su alta presencia en las redes sociales más el hecho de ser el principal targets de la publicidad, y 3) los estratos inferiores tienden a imitar sus formas y estilos de vida en su afán aspiracional de parecerse a ella.
De manera empírica se puede comprobar que uno de los mayores miedos del “clasemedista” es ser pobre y su mayor anhelo ser rico.
Es lógico pensar que la clase media se sienta identificada con la oposición o con proyectos alternativos en la medida en que vea amenazada su “calidad de vida” o su propia existencia como estrato social. Y, por el contrario, estaría a favor de la continuidad de la política oficialista si su situación le es favorable.
En la clase media parece haber de todo, en especial una tendencia “apolítica” que podría ser el resultado de la combinación de una serie de factores entre ellos la frustración, el encierro libidinal, la decepción y un conformismo a conveniencia. Esto último revela la aceptación sin cuestionamiento de la nueva sociedad dominicana en la que vivimos.
Todo esto viene a cuento a propósito de lo que Leonel Fernández nombra como Nueva York Chiquito, metáfora con la que se quiere mostrar el “progreso”. No se puede negar el cambio que parte del país registra en los últimos ocho años, Santo Domingo cuenta con un “skyline”  que compite con  cualquier urbe. Claro que el NYCh (Nueva York Chiquito) se rodea de un insospechado cinturón de miseria que crece como si fuera la extensión de la Pequeña Nueva Delhi
Una buena parte de la clase media, en especial jóvenes, observa esta nueva ciudad-espejismo desde las alturas de sus cárceles ubicadas en altas torres en extremo aseguradas, desde polos turísticos y finos restaurantes. Se emociona cada vez que se inauguran nuevas catedrales del consumo aunque solo vayan a ver y no precisamente a comprar.
Este es el resultado de un modelo económico impuesto que hace alardes de riquezas mientras intenta ocultar la pobreza. Entre tanto los contrastes seguirán en aumento, razón por la que los puntos medios tendrán que moverse hacia los extremos. Y es en este dilema en el que la clase media parece haberse quedado embelesada mirando hacia arriba las torres que se erigen en nuestro Santo Domingo, como  pretendiendo ignorar el laberinto de in-conveniencias en el que se pisa su propia cola.

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